martes, 27 de septiembre de 2011

ECO


Una historia de amores no correspondidos nos lleva al origen de esta antiquísima palabra, que llegó al castellano intacta tras cruzar continentes y civilizaciones durante casi treinta siglos, desde la Grecia antigua hasta nuestros días.

Eco era la ninfa de los bosques y de las fuentes, amada por el lascivo Pan, el dios de los pastores y de los rebaños. La ninfa no correspondía a la pasión del dios flautista, pues estaba enamorada --también en vano-- del bello Narciso, quien sólo se amaba a sí mismo. Un día, finalmente, se encontraron, y Narciso la miró con tanto desprecio que la ninfa dejó de alimentarse y murió. Eco se convirtió en una roca fría y dura, y desde el fondo de un valle repite hasta hoy las últimas palabras de cada frase que allí se dice.

Eco llegó al castellano proveniente del latín echo, y éste, del griego eko ‘sonido’. El primer documento de nuestra lengua en que aparece es el Vocabulario de las dos lenguas toscana y castellana, de Cristóbal de las Casas, datado en 1570.

PAZ


La paz es una de las aspiraciones más antiguas de la humanidad, que desde el comienzo de los tiempos suele dar ese nombre a los períodos, generalmente breves, que transcurren entre dos guerras.

El vocablo en español proviene del latín pax, pacis y aparece en nuestra lengua ya en el Cantar de Mio Cid, que data de 1040. Es palabra común a todas las lenguas romances: en francés, paix; en italiano, pace; en portugués paz, y en otras lenguas, como el inglés, peace.

Paz está también en el origen de pacto, que proviene del latín pactum, y que en esa lengua era el participio pasivo de pacisci ‘firmar la paz’. En latín, pactare significaba también pagar un tributo, obligación que suele tocar a los vencidos al cabo de una guerra. Pechar significaba pagar un tributo en castellano antiguo, y en el Río de la Plata, pechar se usa hasta hoy con el sentido de ‘pedir dinero prestado’.

Apaciguar se encuentra ya en el siglo XIII, pero en el siglo XVII hay algunos textos con apazguar, apazguado, que se cruza con pacato para dar como resultado pazguato ‘tonto’, ‘lerdo’ y, en el Río de la Plata y en Venezuela, pajuato, con el mismo significado.